Desde el inicio, Slieve Bloom Canteen muestra una clara disposición de aportar calidez y cobijo, y para ello se hace valer del juego dual entre lo material y lo inmaterial, la madera y la luz, ya sea esta última una aportación natural o fruto del artificio de la luminotecnia.
La madera lo forma todo, lo reviste todo, paramentos, techos, mobiliario y luminarias, contrastando de manera contundente con el suelo de hormigón fratasado para romper la caja.
La inmaterialidad de la luz combina con la corporeidad de la madera de una manera perspicaz. Los paramentos se abren al exterior mediante grandes huecos, dando paso a la luz natural, inundando el espacio y matizando las superficies de la madera. El plano horizontal juega con diferentes reglas para introducir luces mediante la articulación de volúmenes puros, cajas de luz descolgadas difuminan la luz sobre el usuario.
En Slieve Bloom Canteen se puede percibir con claridad una división en dos partes del espacio. Son dos unidades independientes con un muro de madera abierto como elemento bisagra, generando la comunicación necesaria y liberándolos a la vez. Se persigue proporcionar dos experiencias distintas para un mismo servicio a través de la creación de nuevas atmósferas.
En un hemisferio se da acceso y aparece el mostrador, el lugar con más actividad del local. La gente entra y sale, espera a pedir, conversan, intercambian sus inquietudes, la circulación de usuarios es elevada, creando de esa forma un clima social, un “meeting point” en el cual desarrollar proyectos e ideas a través del “feedback” generado por este nuevo ecosistema cultural.
En oposición, en este segundo hemisferio, se rebaja la intensidad de la actividad para propiciar un entorno afable, relajado, permitiendo la inmersión en la lectura favorecida por la hábil colocación de libros y revistas cubriendo los paramentos de todo el local.